Hoy, hace cinco siglos, expiraba quien
fuera realmente el último emperador y noveno gran tlatoani mexica, Moctezuma Xocoyotzin
II, pues aunque Cuitláhuac y Cuauhtémoc comandaron 14 meses la supervivencia
del imperio, realmente no se puede decir que gobernaron en el amplio sentido de
la palabra, pues el primero moriría de viruela en noviembre de 1520, y el
segundo quedaría derrotado y preso el 13 de agosto de 1521. Como sea les respetamos
sus títulos de décimo y undécimo tlatoqueh (plural de tlatoani).
Moctezuma Xocoyotzin II daba sus
últimos alientos en las habitaciones del palacio de su padre Axayácatl (hoy Monte
de Piedad) producto de varias pedradas que habría recibido de su propio pueblo
que lo consideraba traidor al haber intentado entenderse con Hernán Cortés. Algunos
autores contemplan la posibilidad de que la muchedumbre que se lanzó contra su tlatoani
fue azuzada por su propio primo Cuauhtémoc y con la pasividad de su propio
hermano Cuitláhuac, quienes no hicieron mayor esfuerzo para evitarlo. Eran los
primeros que ya no lo querían en el trono.
El pueblo linchó a su máximo
dirigente. El pueblo mató a su tlatoani. No había precedente en los 196 años de
la civilización mexica. Desde entonces parece ser una conducta programada en
nuestro mapa genético, pues además resulta muy emocionante para la turba
apuntar al líder.
A veces resulta casi imposible
dar el beneficio de la duda, que dos enemigos pudieran tener la oportunidad de
entenderse, o al menos de intentarlo, con el único afán de evitar ríos de
sangre.
Tal fue el caso del conquistador,
y del conquistado. El primero sabía que tenía la ventaja y no abusó de ella
cuando pudo hacerlo, y el segundo se sabía derrotado, quiso encontrar la mejor
solución para su imperio que él mismo había entregado a la vista de todos en manos
de Cortés, un 8 de noviembre de 1519.
Si bien me gusta mucho la
historia, más me gusta detectar los momentos clave, donde ésta pudo haber
tenido otro final, y éste momento es el que precisamente me tomó 356 páginas
para escribir "La Grulla Parda”, y que la resumo en una frase: "No se trató de
vencedores o vencidos, sino de la visión compartida de un nuevo mundo”.
Mi deducción es muy simple:
Cortés recibe formalmente y a la vista de todos, el imperio mexica de manos del
emperador Moctezuma, un 8 de noviembre de 1519, y habrán de pasar casi ocho meses
antes de que perdiera la vida. ¿Porqué no ejecutó Cortés al emperador a las dos
o tres semanas que ya se había apoderado y asentado en la gran ciudad isla? Esta
simple pregunta me deja la convicción que ambos platicaban diario, y muy
intensamente, sobre una visión que fue interrumpida por la impericia o quizás
traición de Alvarado, al ordenar la matanza en ausencia y desobediencia a
Cortés; de la irrupción de Narváez que presionó al conquistador a salir de la
gran Tenochtitlan y que se perdiera el control; y de que Cuitláhuac que ya
deseaba lanzarse contra los "barbudos” ―y que para colmo― cuando tuvo la
oportunidad de atraparlos al día siguiente, es decir el 30 de junio en la mal
llamada noche triste, más bien los dejó escapar.
Moctezuma era un visionario, y
fue sin duda uno de los grandes tlatoqueh de una civilización que tuvo que
cooperar con lo inevitable, y así lo hizo. Creo que agotó todas las
posibilidades de que los españoles entraran a la gran urbe, y el último intento
fue Cholula. Después todo estaba perdido, y no quedaba más que imaginar un nuevo
mundo, que los egoístas y ambiciosos evitaron que sucediera.
En México parece que estamos más
preocupados en derrocar y asesinar emperadores como Moctezuma, Iturbide y Maximiliano,
o presidentes como Guerrero, Madero, Carranza, Obregón, y al candidato Colosio.
A últimas fechas, simplemente destruir todo
lo construido en décadas, no sin ello, de acumular cientos de miles de
asesinatos producto del crimen organizado… ¿con quién?
La sangre de Moctezuma hoy vive
en sus generaciones 16 a 18 en muchas y diferentes líneas. Creo que llegará
tarde que temprano el momento de rescatar y construir las ideas desconocidas de
aquel legendario conquistador y de un emperador, que todavía juntos un 29 de
junio de 1520, imaginaban posible un nuevo mundo.