A unos pasos de la avenida
Campos Elíseos, y de la Plaza de la Estrella donde se encuentra el Arco del
Triunfo, está la antes llamada Avenida del Bosque, hoy Avenue Foch, y es la que
desemboca al inmenso y escénico bosque de Boulogne. Este era el camino matutino
y metódico de los últimos cuatro años del general Porfirio Díaz, quien había
rentado un departamento en el número 26, para vivir dolorosamente su exilio muy
lejos de México, y más todavía, de su natal y amada Oaxaca.
Antes de que comiencen algunos
detractores a vociferar sobre "el dictador”, diré lo que de puño y letra
escribió su máximo y principal enemigo político, Francisco I Madero, en su
libro "La sucesión Presidencial de 1910”. El Coahuilense describió a don
Porfirio como: " El autócrata que ha ejercido el poder con mayor moderación”. No
dijo dictador, y los que insistan, corren el riesgo de rebasar la opinión del revolucionario,
y me veré precisado a pedirles que lean su libro, que por cierto, es el que ha
batido récord de marcas y apuntes en todos mis libros.
Ah…y otra frase de Madero, sí,
de Madero en su mismo libro: "Si el pasado acusa al general Díaz, el futuro
podrá reivindicarlo”. Entonces solo les suplico a los admiradores -de closet-
del general, incluyendo al actual presidente, que no exageren más allá de lo
dicho por quien inició la revolución. Sería ridículo.
Es posible, y no lo niego, que
tenga una especial identificación por este gran personaje, que decidió vivir su
exilio en mi segunda patria, pero como acostumbro a hacer en mis reflexiones,
usando el método del "hubiera”, me pregunto por qué no eligió exiliarse en Estados
Unidos, como lo hizo un tiempo Benito Juárez, a quien a éste último le valió
que le pusieran cuatro estatuas distribuidas en Nueva Orleans, Chicago, Nueva
York y Washington, a unos pasos del Lincoln Memorial. ¿Será que el actual
presidente de México se quiera tomar la foto junto a un Benito Juárez gringo?
¿O será que está tramitando que le vayan haciendo la suya por esta próxima y servil
visita?
¿Cuántas estatuas hay de
Porfirio Díaz en Estados Unidos? Bueno… ya me fui muy lejos. ¿Cuántas hay en
México? Creo que un par. Una en Tlaxiaco, Oax. y otra en Orizaba, Ver… Vamos…
ni siquiera pudieron sepultarlo en el país que lo vio nacer. Esto último es el
acto de la más repugnante, aborrecible y de innoble conducta, de aquellos que
no podrían soportar viviendo a la sombra de quien hizo tanto por México, incluyendo
todo lo que falló, pero por mucho más, en todo lo que acertó para dejar un país
insertado en el escenario mundial.
En fin… no recuerdo o tengo
registro de otro gobernante mexicano a quien le hayan puesto en sus manos la
espada de Napoleón, cuando el general Gustave Leon Niox, quien había
participado en la segunda intervención francesa en México, junto a la tumba del
emperador le dijo el 20 de julio de 1911: "Mi general, en nombre del ejército
francés, os ruego que toméis por un momento esta espada; nunca podría estar en
más nobles manos”, a lo que Díaz le contestó: "Os estoy reconocido de haberme
permitido tomar entre mis manos la espada de este grande hombre, que ha
merecido la veneración del pueblo francés, así como la admiración de todo el
mundo”.
Estos pasajes los podrá
encontrar el lector, en mi primer libro: "Entrevistas en el Tiempo 1519-2019”
donde me encuentro cara a cara con el general, quien tuvo una idea muy simple y
clara durante sus 30 polémicos años de gobierno. El usaba una frase muy
sencilla sugerida por su secretario de hacienda, José Yves Limantour, y que
encerraba lo que con hechos realizó: "Menos política y más administración”. Queridos
lectores: ¿Ustedes creen que el actual secretario Herrera, se podría comparar con la uña del dedo meñique
izquierdo del pie de Limantour?
Hoy se cumplen 105 años de que
expirara por última vez, un personaje que siempre tuvo una sola palabra en su
mente, misma que fue la última que prácticamente habiendo perdido sus sentidos,
pudo pronunciar antes de morir, y fue: "México”.